jueves, 28 de febrero de 2008

La espectadora

Recuerdo el día en que vi a Martín por primera vez. Llovía y me había refugiado en un café. Tenía un libro a mano, como siempre. Es el parapeto tras el que me escondo para que no me miren como un bicho raro. Sola, siempre sola, vagando sin rumbo, mirando al mundo como algo ajeno del que no formo parte. Aquel día me había puesto el disfraz de mujer sofisticada, un poco años cuarenta con sombrerito ladeado, carmín muy rojo, cara pálida, falda tubo. Me gusta esconderme detrás de los objetos y el atuendo. Allí estaba yo en mi rinconcito, muy en mi papel. El entró, miró a través de mi, me ignoró. Qué diferencia con aquellos días en que los hombres me devoraban con sus ojos. Es hermoso, fuerte, vital, lo inunda todo con su sonrisa. La gente le rodea y dice su nombre constantemente como queriendo impregnarse de él. Martín, Martín, Martín. Es todo luz. Desde entonces voy frecuentemente a ese café, sólo por verle. No hago nada, no digo nada, sólo soy una espectadora que ve la vida pasar como un perfecto fantoche vacío.

4 comentarios:

David Readman dijo...

Hola amiga,
Un buen comienzo. Más, más...queremos más
:-)

Sara dijo...

Muy bueno Anita... Bienvenida al mundo de los blogs, ahora sólo tienes que seguir el ritmo.
Besos,
Sara

Ana H. dijo...

Gracias amigos, seguiremos publicando

Anónimo dijo...

ea! nació la criatura y con muy buen aspecto, eh! vaya presencia. ahora, como dice sara... q vaya cogiendo peso.
welcome to the blogsworld & congratulations